Ruta de Aves por el Azud del Río Guadiana. Vegas de Badajoz. Extremadura


Ruta de Aves por el Azud del Guadiana en Badajoz.

Vegas Bajas de Extremadura

No muy temprano nos encaminamos al azud para ver cuántas aves se congregaban allí un día neblinoso como hoy. El chispeo primaveral y la ausencia de frío anunciaban un buen día de pajareo, ya que cuando llueve los pájaros suelen tener mejor pesca, algo que también saben los pescadores.

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En las inmediaciones de la pequeña presa o azud que embalsa el río Guadiana a la altura de la ciudad de Badajoz, había numerosas gaviotas patiamarillas y algunas gaviotas reidoras, además de ánades azulones, alguna garza real, fochas y pollas de agua, y un simpático chorlitejo chico que merodeaba nervioso por la escala de los peces con su penetrante canto. Nos demoramos un rato en el observatorio para echarles unas fotos y emprendimos la marcha por la margen derecha.

Más adelante encontramos un árbol que sirve de dormidero a los martinetes: al menos una veintena de ellos reposaban entre las ramas de la orilla.

martinetes

Durante el camino nos sorprendió observar un ejemplar de morito. Más adelante nos encontramos en el camino con un profesor de zoología de la universidad que nos confirmó que el año pasado ya hubo constancia de 5 moritos en el azud, lo que nos hizo plantearnos si habíamos visto varios ejemplares, o varias veces al mismo ejemplar.

A nuestro alrededor salpicaban el aire húmedo los cantos vehementes de los ruiseñores bastardos, que asomaban y revoloteaban entre los labiérnagos y los fresnos que ya apuntaban las primeras hojas. Las tarabillas, descaradas, marcaban nuestra posición y se aferraban a ramas desnudas que sirven como estupendos posaderos.

Las fumarias y las silenes daban un toque de color a la vereda. Las espátulas, las garzas y los ánades nos sobrevolaban continuamente, haciendo del paseo algo parecido al juego de disparar a los patos que pasan, aunque esta vez, con la cámara fotográfica.

Ya cerca del final, un verderón y un verdecillo (especies emparentadas) cantaban entremezclados en la maleza; los cantos rasgados de los buitrones, que emiten mientras vuelan en trayectoria balística, los finos silbidos de los jilgueros, el canto explosivo del ruiseñor bastardo, los borboteos de las pollas de agua, el parloteo alegre de las golondrinas y el escándalo africano de los picos de coral formaban una algarabía primaveral, una banda sonora perfecta que anunciaba la nueva estación.

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