Texto: Miguel Urbina Gómez
Edita: Tope Ganso viajados@gmail.com
Distancia: 3 kilómetros.
Tiempo Medio: 60 minutos mas lo que te entretengas.
Dificultad: Bajísima
El Pozo de la Nieves es una referencia en la historia y la cultura de las Villuercas. Un hito en el que se encuentran Guadalupe, Navezuelas y Cañamero.
Visita obligada para los amantes de estas tierras, turistas, curiosos o investigadores.
Parada en el camino al Pico de las Villuercas y ahora también, punto de partida de una experiencia enriquecedora como pocas.
Saliendo de Guadalupe por la carretera del Ibor, en el alto del Humilladero, otro mito comarcal, cogemos la carretera de los militares que lleva a la cima de la Sierra.
Para ir despacito sin perder detalle de lo que está pasando alrededor nuestra y salvando los muchos baches remendados de hormigón de la carretera.
Cuando alcanzamos los 1240 metros de altura estamos en el Collado de la Arena donde cruza la ruta de Alfonso XI, enseguida llegamos al Pozo de las Nieves. También podemos subir desde Navezuelas por la pista de hormigón que asciende paralela al Almonte.
Dejamos el coche y miramos al norte, hacia el Valle Viejas antes de dirigirnos al sur y disfrutar del basto complejo que los frailes utilizaron para almacenar nieve durante todo el año.
Servía en la cocina para conservar alimentos y la farmacia y hospitales para medicamentos y operaciones.
Las construcciones que hay al lado están realizadas con un inusual esfuerzo en medios y diseño. Piedras de cuarcita escogidas, algunas muy grandes, en lienzos de mas de un metro de grosor pegados con un mortero bastardo muy rico en cal en buena parte, y también una especie de adobe con poca cal en las hiladas superiores, utilizan finas lanchas de pizarra para nivelar las filas lo que le da un aspecto muy ordenado.
Iniciamos el paseo por la loma de la Sierra de los Hoyicios, entre las fuentes del Río Guadalupejo y el Río Ruecas, entre el Mato de Guadalupe y la Celada de Cañamero, justo por la linde entre las dos poblaciones.
La vereda está suficientemente clara para que no haya pérdidas y podemos avanzar con confianza.
La sucesión de riscos y montes que tenemos a izquierda y derecha son espectaculares; por un lado, adivinamos el Chorro del Moro en la vertiente cañamerana en la pretura que forman la Sierra de la Madrastra contra el Villuerca.
Al este, las montañas son interminables, se suceden unas a otras sin que parezcan que tengan fin: la Brama, los montes del castillo de Alía, la Palomera, las Altamiras… enlazando sin fronteras aparentes con los montes de la Siberia, Toledo, Ciudad Real…
Entre brezos, tomillos y jaras vamos recreándonos en nuestro entorno, atentos a cualquier piedra que pueda ofrecernos alguna curiosidad de los tiempos, respirando un aire puro como pocos, limpio como ninguno y lleno de esencias olorosas que suben desde los hondos valles.
Fósiles, paredes, trabajos agrícolas o ganaderos o los puestos de caza que vigilan cada paso de estos montes. También el rastro de jabalí, que con su hociqueo remueve la tierra y hace bañeras donde revolcarse.
Llegamos a la Cancha Lisa, un espectacular macizo rocoso que conserva en su piel marcado el fondo marino que fue antaño. En su comienzo encontramos unas formaciones muy curiosas en forma de ondulaciones a modo de tentáculos gigantes dibujados en la piedra.
Muchas marcas de fósiles y otros grabados que intuyen curiosas formas dignas de estudio. La Cancha es gigantesca y muy practicable con el terreno seco, las botas se pegan a la cuarcita y es fácil moverse por este abismo interminable con plena seguridad, si está mojada es un tobogán resbaladizo y muy peligroso, mejor no acercarse. Algunas rocas sugieren formas curiosas que podemos recrear en nuestra imaginación: caras, animales, objetos..
En el alto de la cancha encontramos oquedades y formas curiosas, cuevas que parecen tapadas, alineamientos de grandes piedras y otras que en su disposición natural nos recuerdan formaciones megalíticas…
Empieza a verse la presa del Mato y Mirabel al fondo entre un tupido manto de castaños. En el fondo de los valles, alisos, fresnos y algunos frutales se alzan airosos compitiendo por la luz que escasea. Luego encinas y robles rellenan los huecos que dejan las casqueras. Desde este punto ya vemos restos de paredes en nuestro risco destino
En una primera aproximación se aprecia claramente un muro casi desmontado que rodea un amplio perímetro, aprovechando la formas de risco y rellenando las oquedades.
En su interior hay mucho resto de construcción, nada de cerámica y acúmulos de piedras por todas partes.
Es aconsejable seguir el recinto por el lado oeste hasta el final del risco, punto indicado para volver nuestros pasos rodeándolo por el este y tendiendo a subir por su corona, donde también hay puntos de interés.
Si bajas por la base de estas cuarcitas encontrarás al menos una pequeña cueva de escasos dos metros de profundidad que resulta un excelente mirador.
La cueva de los Maragatos queda a tiro de piedra, la podemos localizar por el montón de tierra roja que tiene en su puerta.
Enseguida hay un abrigo que permite un descanso y posible aperitivo si llevamos almuerzo o merienda.
En la vuelta tenemos dos o tres atractivos irresistibles a la mirada continua: la esbelta figura del Pico Villuerca; el nacimiento del río Guadalupejo, debajo mismo del Pozo de las Nieves y los caprichosos riscos de la vertiente izquierda del valle con las formas fantasmagóricas de sus “erosionados riscos”, las cuevas, pasadizos y la manta de finísima piedra blanca que lo arropa todo.
Disfrutando de los perfiles de estos riscos, que en ningún otro lugar toman la imagen de una sierra de afilados dientes. Los aromas, los colores y las cosas únicas de esta tierra, retornamos de nuevo al Pozo donde paramos un poco a pensar en la construcción y otear el interminable paisaje que se extiende a nuestros pies antes de despedirnos con un hasta luego.
Enlaces:
Acabo de descubrir esta pagina y me parece maravillosa. Estoy deseando encontrar un hueco para hacer alguna de las excursiones que proponeis. En cuanto a esta marcha al castro de la Celada de Guadalupe, deciros que las marcas fosiles que aparecen en la foto son crucianas, huellas dejadas en un suelo arenoso por las patas de los trilobites y posteriormente recubiertos por nuevos depositos de arenas, hace unos 450 millones de años (añito mas ó menos). Los posteriores movimientos de los estratos y la erosion han hecho que aparezcan ahora como "negativo", resaltando sobre el terreno. Bueno un saludo y nuevamente gracias y enhorabuena por vuestra pagina