Ruta a la Cueva de Quico Quesada, Melchor y Merimo
El Bandolerismo en Trujillo.
QUICO QUESADA fue un bandolero trujillano que actuó en las inmediaciones del Camino Real Madrid-Badajoz en el Berrocal de Trujillo. Se refugiaban en una cueva incrustada en el Berrocal, en una finca preciosa que se llama La Canchera. Su historia se puede leer en esta página del Cronista Oficial José Antonio Ramos: http://cronistadetrujillo.com/blog/?p=389
La cueva tiene un acceso fácil desde Trujillo, a unos 3 kmtrs caminando. Se va por el camino de Valhondo, que es le mismo camino que va a Sta Cruz de la Sierra.
Un buén sitio para empezar la ruta es desde el Mercado Regional de Ganados de Trujillo, ó desde el Bar Los Patos en el Parque de S. Lázaro. Todo el camino es de tierra, deben ignorarse las salidas asfaltadas de la via de servicio de la A5. Se caminan unos 3 kmts y se llega a la bifurcación Valhondo-Sta Cruz. Desde esta bifurcación se llega a Valhondo con su hermosa charca. El regato que alimenta la charca es el que hay que seguir, aguas arriba, hasta llegar a 39º 26.364¨N, 5º 51.773´O.
Hay una peña, partida, voladiza, que techa un pequeño atrio donde se encuentra la entrada a la cueva. En una de las paredes del atrio esta la cruz que señala el lugar de la muerte de Quico Quesada. Tiene una entrada muy angosta como se ve en las fotos. Se entra arrastrándose a través de un pasadizo de dos por 0.5 metros, no apto para el paso de gente corpulenta, que tuve que ensanchar con una pala jardinera que se ve en otra foto desde el fondo de la cueva.
Este angosto pasadizo desemboca en una estancia de unos 8 mtrs de larga. Ahí se ve en una foto del interior de la cueva. En ella encontramos sus arañas y murciélagos, como es pertinente.
Y unos brillantes, puntiformes que, en principio, creí que eran cristales de cuarzo o mica, como granito aflorado kárstico que es, pero no: eran polillas. Curiosísimas estructuras biológicas que puede que las encontréis ó puede que no. Los bichos tienen la manía de no estarse quietos, de vivir y de morir.
Se ruega, a quien vaya, no molestar nada mas que lo necesario a sus inquilinos, fundamentalmente arañas y murciélagos. Aunque todas las veces que he estado he tenido que romper una hermosa telaraña en la entrada. Que lo disfrutéis.