Parque Nacional de Monfragüe
Primeros Pasos
Texto: Miguel Urbina Gómez
Edita: Tope Ganso viajados@gmail.com
El Parque Nacional de Monfragüe seguramente sea el Espacio Natural Protegido donde la intervención del humana es fundamental en el ecosistema, creado en gran parte por la esa relación milenaria en la que el hombre y naturaleza encontraron el equilibrio. La otra intervención, más moderna, son los grandes embalses y con ellos, la transformación radical del entorno.
Ocupa una extensión de casi 20.000 hectáreas, un rectángulo de 33 kilómetros de ancho por 6 de alto aproximadamente. Se sitúa casi en el centro de la provincia de Cáceres, entre las ciudades históricas de Cáceres, Trujillo y Plasencia.
Tiene dos ejes vertebradores; el río Tajo y la Sierra de Monfragüe que caminan paralelos largamente sin querer tocarse hasta encontrar los huecos donde el río zigzaguea entre los brazos de sierra.
Se cruzan en el mágico Salto del Gitano, componiendo la escena soñada por los amantes de la naturaleza, los viajeros y turistas.
Sierras esbeltas coronadas por castillos encantadores, masas de agua interminables, la fauna muy próxima, una flora que te arropa en un manto verde y un cielo azul y limpio: la esencia de un inmenso paraíso natural en una mirada.
Fue el primer Espacio Natural Protegido de Extremadura y luego el primer y único Parque Nacional de esta tierra.
La principal característica de este espacio es su biodiversidad. Esto es posible por la existencia de ecosistemas, a veces radicalmente distintos en entornos muy próximos. Roquedos en las cumbres de las sierras, tierras llanas de dehesas de encinas, arroyos, riveros profundos y sinuosos muchas veces y la estampa y la vida en los grandes embalses.
Geológicamente, Monfragüe es un brazo de sierra que nace del vecino Geoparque Villuercas Ibores Jara y cruza toda la provincia de Cáceres de este a oeste en una gran diagonal que busca hacia el norte hacia las montañas del Sistema Central, ya en Portugal.
Estan formadas por cuarcita; una roca que primero fue arena en el fondo del mar y luego, se convirtió en una de las piedras más duras del mundo a fuerza de presiones y grandes temperaturas, para finalmente levantarse por la fuerza de los últimos grandes plegamientos europeos.
El resto de tierras se rellenan de penillanuras de pardas pizarras, y en algunos lugares, suelos mas rojizos, aluviales y también areniscas.
Toda esa intensa historia de millones de años favoreció la existencia de multitud de bolsas minerales de hierro, cobre y oro principalmente.
El hombre antiguo enseguida advirtió esa riqueza mineral y desde la primera edad de los metales explotaba pequeños filones superficiales.
Todo un ingente trabajo que dejó muestras de su presencia en pinturas rupestres de tipo esquemático, realizadas en mas de una veintena de abrigos y cuevas del parque y entorno cercano donde realizaban esta actividad minera.
También es el momento de los conocidos castros celtas; algunos restos quedan, pocos, algunos en lugares espectaculares como el Cerro Gimio. También los hombres subieron a los riscos a realizar grandes construcciones defensivas como el Castillo de Monfragüe y el vecino y desaparecido castillo de Peña Halcón, que rezuman historias de Caballeros y Órdenes Militares, de cruzadas y de creencias, de moros y cristianos.
Los roquedos son el lugar preferido para muchas aves, sobre todo las más grandes. En salientes resguardados del asalto de sus depredadores, encontramos buitres, negros y leonados, y si tenemos suerte: alimoches, buhos o cigüeña negra.
Poca vegetación sobrevive en la roca, donde la falta de suelo y el contraste de temperaturas hacen casi imposible la vida: apenas alguna encina, enebros o frutal despistado, semillas traídas por cualquier ave, encuentra acomodo en las pocas grietas que deja la cuarcita.
La sierras se cubren la falda con una tierra roja de suelos profundos, lo que favorece la existencia de un manto verde de árboles y arbustos.
Entre los primeros: alcornoque y encina, entre los segundos: jara, brezo y retama. La disposición de la sierra crea una zona de solana, la cara que mira al sur y otra de umbría, la cara norte; entre ellas encontramos acusadas diferencias que ponen de relieve esa biodiversidad radical, que cambia como el día y la noche con apenas cruzar el filo de una navaja.
Alrededor de las sierras, la Dehesa se manifiesta en todo su esplendor en amplias zonas de Monfragüe.
El Bosque Atlántico, con la encina como enseña y como modelo en esa difícil relación entre el hombre y la naturaleza, tiene un equilibrio muy estable en todo el Parque.
La presencia de mamíferos salvajes como ciervos, zorros y javalies producen no pocas interferencias en las tradicionales explotaciones ganaderas de vacas y ovejas, pero los problemas se van solucionando en el día a día.
Cada vez es más frecuente ver los ciervos desde la propia carretera comiendo junto al ganado doméstico o en manadas buscando pastos frescos.
Existen arroyos que nacen con poca profundidad, los más largos acaban excavando unas profundas fosas donde se crea un ecosistema ideal para pequeños mamíferos como la nutria.
También multitud de pequeñas aves: garza, martín pescador y otros como la cigüeña negra, que viene a pescar por estos lares. Los peces de río también son parte importante, algunos aguantan hasta los últimos suspiros en las charcas que quedan en los meses de crudeza estival.
Anfibios de diversas especies, ranas, galápagos o tritones… una vida intensa que se desarrolla alrededor del agua, en lugares habitualmente poco soleados y probablemente los de mayor biodiversidad de Monfragüe.
En la rivera, el mundo vegetal es el que marca de manera mas acusada las estaciones. Se llena sobre todo de alisos, fresnos y sauces.
La emoción de cada año al ver el verde intenso, sobre todo durante la primera hoja de la primavera con el renacer de la vida. Luego son la sombra y el refresco del verano, para que la humedad aguante al máximo. Al pasar los calores y con las primeras lluvias de otoño se tiñen de preciosos amarillos intensos y ocres brillantes
Todo lo contrario que durante el invierno, cuando se desnudan para dejarse ver por dentro, así tenemos una visión clara de todo el cauce, habitualmente tapado por el bosque de rivera.
Los nuevos pantanos llegaron hace poco, como una intervención humana directa en el medio, sin tener demasiado en cuenta el ambiente en general. Ensancharon las orillas del río Tajo y Tietar.
Desde entonces y con el agravante de las anuales subidas y bajadas que experimenta el nivel de sus aguas, se genera todo un mundo nuevo, una frontera insalvable para muchas especies y la llegada de otras desconocidas en la zona.
También afecta a las temperaturas, a la humedad del entorno y a la presencia constante y abundante del importante recurso del agua.
Merece la visita a las presas y los muchos recodos que forman los embalses. Muy interesante es el puente del Cardenal, realizado para salvar el río en el camino de Plasencia a Trujillo.
La Fuente del Francés siempre pone refresco en el lado sur del río, donde el frescor de la umbría permite un espesor poco frecuente en la vegetación circundante.
Además de la categoría de Parque Nacional (2007), son varias las figuras de protección que coexisten sobre este territorio.
En 1991 fue declarado Zona de Especial Protección para las Aves, figura que fue posteriormente ampliada en mayo de 2004 hasta la actual ZEPA «Monfragüe y Dehesas del Entorno» que abarca las 116.160 hectáreas coincidentes con la Zona Periférica de Protección del Parque Nacional.
Esta misma extensión goza desde julio de 2003 de la calificación como Reserva de la Biosfera, reconocimiento específico de la buena relación que desde siglos existe en estas tierras entre el hombre y el medio.








Monfragüe, seguro que cumplirá todas tus expectativas con creces.
